LA VALL D'EBO: NATURALEZA EN EL INTERIOR DE LA MARINA
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Situado en el centro del valle de su nombre, rodeado de montañas por todas partes […] El terreno del valle en su mayor parte es montuoso y áspero, aunque no deja de tener lomas y arroyas fértiles
La Vall d’Ebo se sitúa en el sector noroccidental de la comarca alicantina de la Marina Alta. Está localizada en la cuenca alta del río Girona, cauce que en este tramo recibe también la denominación de río Ebo. Posee una superficie de 32,4 km2 y sus municipios limítrofes son al Norte, l’Atzúvia; al Este, Pego y Orba; al Sur, la Vall de Laguar, Castell de Castells y Tollos; y al Oeste, la Vall d’Alcalà y la Vall de la Gallinera. El núcleo urbano se ubica a 392 m.s.n.m., junto a la margen derecha del río Ebo (topónimo local), o Girona. La Vall d’Ebo se encuentra cercada por las sierras que se elevan entre la Gallinera, Laguar y Pego, por lo que geomorfológicamente se asemeja más a una fosa que a un valle. Es por ello que nos encontramos en un territorio caracterizado por un emplazamiento aislado, con difíciles comunicaciones. De hecho, la única carretera que se adentra en el término es la CV-712, procedente de Pego y arriba hasta la Vall d'Alcalà, cuyo trazado es sinuoso debido a la existencia de dichas elevaciones.
Un territorio accidentado, de paisajes atractivos
El término municipal se encuentra en el Prebético externo, integrado por una serie de sierras de naturaleza caliza, alargadas longitudinalmente con una orientación OSO-ENE. El relieve es muy accidentado, quebrado, con elevaciones que acotan la cubeta margosa que ocupa el sector central del término. Al Norte se sitúa la alineación de la Foradada-Miserat-Migdia y por el Sur el límite municipal coincide con la sierra de la Carrasca. Las principales altitudes son la Penya Blanca de la Mallada de Figuera (954 m), la Penya dels Hedrerets (953 m), la Penya de la Fita (921) y la Mallada de la Penyeta (853 m).
Entre este circo de montañas discurre el río Girona. El valle, de dirección SO-NE, se abre antes de alcanzar el núcleo de población, aprovechando una cubeta tectónica. En el sector oriental del término el cauce cambia de dirección por la oclusión de la sierra Miserat-Migdia. A continuación sigue una orientación Norte-Sur, y se encaja de forma súbita en el denominado barranc de l’Infern, que es la única salida natural de esta depresión. En ese tramo atraviesa la sierra de la Carrasca, mediante un angosto y profundo desfiladero, de difícil acceso, excavado en los materiales calizos.
Cavanilles, en su obra Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia (1797) indica que «Uno de los mayores barrancos del reyno es el llamado del Infern, al qual acuden por varios rumbos los de las montañas de Alcalá, Evo y Lahuar. Sería largo describir su curso con los precipicios, quebradas y abismos que presenta». La acción erosiva del agua ha esculpido un hondo cañón cárstico. Dispone de numerosas pozas y marmitas que escalonan el cauce. Es un referente del excursionismo valenciano y de la escalada.
Un valle de ‘historias’
Existe constancia de asentamientos en este territorio desde el Paleolítico superior (15.000 a.C.), como se observa en las pinturas rupestres de la Cova de Reinós y la Cova Fosca. En el Abric de les Torrunades se localizan pinturas rupestres del arte Levantino, y una representación de arte Esquemático. Estas pinturas rupestres fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, además de Bienes de Interés Cultural (BIC). De la Edad del Bronce data el poblado de Cocons, en el que se han hallado fragmentos cerámicos. El Museo Etnológico de la Vall d’Ebo acoge el Centro de Interpretación del Arte Rupestre, lo que permite a los visitantes conocer las pinturas existentes en el municipio.
Durante el periodo medieval islámico los asentamientos consistían en varias alquerías dispersas que solían habitar entre 10 y 12 familias, como las de Benicais, Benissit, La Cairola, Serra, La Solana, Bisbilim, Benissuai y Villans. En el Tratado del Pouet de 1244 el valle y las alquerías pertenecientes al caudillo moro Al-Azrak pasaron a manos de Jaume II. Su primer señor fue Bernardo de Sarriá, a comienzos del siglo XIV. Después de la expulsión de los moriscos en 1609 estas alquerías se despoblaron. En 1611 pertenecía a los duques de Gandía, que las repoblaron con colonos mallorquines.
De las primitivas alquerías musulmanas sólo sobrevivieron las de Benissuai y Villans, situadas a escasa distancia, que se unieron para formar el actual núcleo de población de Ebo (Vall d’Ebo). Se ubican sobre un piedemonte en la vertiente septentrional de la Sierra de la Carrasca. Benissuai está al sur, en la parte más elevada. La Iglesia Parroquial de San Miguel fue construida en 1623 y dispone de una talla del siglo XVII de la Virgen de los Desamparados. Está situada en el área que correspondía a la alquería de Villans.
Emigración y una economía de montaña mediterránea
En la segunda mitad del siglo XIX tuvo un crecimiento demográfico destacado, ya que de los 417 habitantes en 1842 pasó a 779 en 1900. Tras la Guerra Civil (1936-1939), y sobre todo en la década de los 50 y 60 el descenso demográfico ha sido muy acusado: la emigración se dirigió hacia Valencia, Francia y núcleos litorales próximos, como Pego y Dénia. De los 825 habitantes en 1930 se pasó a los 560 en 1960 y a los 359 en 1991. En 2019 residen 216 habitantes, y la densidad de población de 6,6 hab/km2.
La economía se ha basado tradicionalmente en actividades agropecuarias. La ganadería extensiva destacó por los pastos habidos. La agricultura ocupa 290 hectáreas y ha sido predominantemente de secano; sólo una hectárea se riega. Destaca el olivar (219 Ha), seguido por frutales de hueso, como el cerezo (46 Ha), además del manzano (15 Ha). Actualmente la agricultura es de autoconsumo y suele ser a tiempo parcial. El riego más relevante es el de la Font de Serra, manantial situado en la margen derecha del barranc del Mallorquí. Junto a la fuente existe un conjunto formado por el abrevadero y lavadero municipal. Abastecía al Molí de la Font de Serra o El Remolí, que se encuentra en ruinas. En la partida de Les Solanes existe un conjunto de 5 norias o ‘sénias’ de tracción animal.
Valores naturales y mediambientales
A nivel paisajístico y medioambiental la Vall d’Ebo es un territorio de referencia. Forma parte del Lugar de Interés Comunitario (LIC) “Valls de la Marina” y de la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) “Muntanyes de la Marina”. También se integra en el Paisaje de Relevancia Regional denominado “Depresiones y Sierras desde Gallinera a Castell de Castells”. La naturaleza calcárea de los materiales ha dado lugar a procesos de carstificación y formas cársticas, como cuevas, simas y avencs en el municipio, que son de interés para la espeleología. Algunas de ellas cuentan con un régimen específico de protección en el catálogo de cuevas protegidas de la Comunitat Valenciana, como la Cova del Rull, l’Avenc Ample, l’Avenc del Mig y l’Avenc Estret. Es frecuente hallar espeleotemas de gran calidad, con estalactitas, estalagmitas, chimeneas, columnas y coladas. En las proximidades de la cima de la Sierra de la Carrasca existen dos neveras o pozos de nieve de planta circular, declarados Bien de Relevancia Local (BRL).
Fuente: Levante-EMV